A pesar de que el sector del transporte por carretera reclama desde hace tiempo avanzar en el uso de los biocarburantes o eco-combustibles obtenidos a partir de materias orgánicas para descarbonizar su actividad, el futuro es muy incierto tal y como lo pone de manifiesto un reciente informe del Tribunal de Cuentas Europeo (TCE).


Según este informe, el despliegue de biocarburantes avanzados es más lento de lo previsto y carece de perspectiva a largo plazo, a pesar de que la Unión Europea ha destinado 430 millones de euros en el período 2014-2020, en su mayoría a la investigación y fomento de los biocarburantes.


Inicialmente, este tipo de combustible se percibió como una alternativa renovable a los combustibles fósiles, contribuyendo con ello a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en el sector del transporte y mejorar la seguridad de los suministros en la UE.


Pero ¿qué es lo que está ocurriendo? La respuesta que ofrece el TCE es que no hay una hoja de ruta clara porque, entre otras cosas, no hay seguridad para las inversiones, se han generado problemas de sostenibilidad, hay una competición por la biomasa y los costes de producción de los biocarburantes son elevados.


En definitiva, la implantación de los biocarburantes en Europa no avanza porque:

  • pasar de la investigación inicial de laboratorio a la fase de producción puede llevar al menos una década;
  • la política, la legislación y las prioridades de la UE en materia de biocarburantes han cambiado con frecuencia, lo que hace el sector menos atractivo y repercute en las decisiones de los inversores;
  • se ha apostado fuertemente por los vehículos eléctricos y se ha fijado el final de los nuevos vehículos de gasolina y diésel para 2035;
  • su producción no siempre respeta el medio ambiente, dado que se requieren grandes extensiones de tierras de cultivo que pueden contribuir a la deforestación y afectar negativamente a la biodiversidad, el suelo y el agua;
  • la disponibilidad de biomasa para producir biocarburantes aumenta la dependencia de terceros países (por ejemplo, se ha producido un incremento de las importaciones de aceite de cocina usado de China, el Reino Unido, Malasia e Indonesia). Además, el sector de los biocarburantes compite por las materias primas con otros sectores, como el alimentario, el de cosméticos, productos farmacéuticos y bioplásticos;
  • los biocarburantes son más caros que los combustibles fósiles y, por tanto, no son todavía económicamente viables.


Todos estos aspectos que el Tribunal de Cuentas Europeo pone sobre la mesa hacen pensar que no existe una clara voluntad de desplegar e incrementar el uso de los biocombustibles en Europa, a pesar de que la UE obligó a los proveedores combustible a garantizar una cuota de energías renovables de al menos el 10% en 2020 en el sector del transporte por carretera y del 14% hasta 2030.


Casi ningún país de la Unión Europea ha cumplido con el objetivo marcado para 2020; España, por supuesto, se encuentra en este grupo.